ME DIRIJO A VOSOTROS
Bendecido sea Tu nombre … Esto debéis decirlo con profunda humildad, recordando cada día cuán abrumador es el amor de Aquel, Que os dio la vida … y cómo Su Espíritu está en vosotros en cuanto estéis conectados con Él … Debéis orarle, hablarle con la más profunda fe, debéis confesar vuestra fe en Él al mencionar Su nombre, invocándolo en la oración, alabándolo y elogiándolo y dándole gracias sin cesando …
Y cuando pronunciéis Su nombre, debéis ser conscientes de que estáis hablando al Ser más elevado y perfecto, a Quien debéis acercaros con la más profunda veneración, pidiéndole Su amor y gracia. Y cuando os deis cuenta de lo pequeño y diminuto que sois en comparación con Él, cuando levantéis los ojos hacia Él, diréis Su nombre con la más profunda intimidad, que significará lo más santo para vosotros, y humildemente doblaréis vuestras rodillas ante Él … Porque el Señor quiere que también mencionéis Su nombre; Él quiere que lo confiéis al mundo.
No es suficiente si simplemente Lo reconocéis en vuestro corazón y entráis en contacto con Él en silencio. Debe hacerse saber abiertamente a todo el mundo que queréis pertenecerle a Él; Con fidelidad y valentía debéis pronunciar Su santo nombre, confesar vuestro amor por Él y resistir todas las tentaciones exteriores para negarle. Pronunciar el nombre divino es sumamente bendito, porque Su nombre tiene poder, y cada uno puede apropiarse de este poder siempre que se encomiende a Él y diga Su nombre con fervor … orando fervientemente: “Bendecido sea Tu nombre …”
Amén